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¿Es obsoleta nuestra metodología de aprendizaje?

fullsizerender-2La forma en que se imparte la educación, cómo ocurre el aprendizaje y cómo puede medirse ha sido objeto de debate durante los últimos años. Es cierto que los modelos de enseñanza cargan en sus espaldas la culpa de no haber sido modificados de forma importante tras muchos años de implantación, lo que termina por desfasarlos -en mayor o menor medida- de lo que ocurre en el mundo más allá de las aulas.
La llegada del ordenador, los móviles y las tabletas cambió por completo nuestra forma de interactuar. Y la aparición de internet creó una nueva forma de acceder a los recursos y la información, desarrollando nuevas formas de comunicaciones. Pero ni el ordenador ni internet ni los móviles ni tampoco las tabletas existían cuando se diseñaron la mayoría de los sistemas de enseñanza activos hoy en día.
Hubo quienes no sólo se quedaron atónitos al ver como sus nenés manejaban el ordenador y los móviles de forma casi instintiva cuando mamás y papás no podíamos despegarnos de un manual gigante, sino que se plantearon que quizás estos nuevos recursos tecnológicos abrían la puerta a una nueva forma de aprendizaje. Fue así como se le ocurrió en la década de los 90 a Sugata Mitra, quien para entonces desarrollaba programas informáticos en la India, experimentar sobre cómo se enfrentaban los niños de barrios humildes a ordenadores. Los niños no tenían ni idea de lo que eran estos aparatos y Mitra se enfocó en  comprobar cuánto tiempo les tomaba aprender a utilizarlos.
El ingeniero Sugata Mitra colocó entonces un ordenador en un hueco que hizo en una pared de un barrio pobre de Nueva Delhi y lo dejó ahí, sin una indicación ni ninguna supervisión, para ver cuál era la reacción de los niños. Esa pared le daría acceso libre y gratuito al ordenador a todos los niños que pasaran por allí y así podría valorar también la reacción y el aprendizaje de pequeños que no asistían a ninguna escuela y que se pasaban el día jugando en la calle. Esta idea generó unos resultados que asombraron al mismo Sugata, aún cuando su experimento ya partía de la hipótesis de que los niños podían ser autodidactas.
En el 2002,  Sugata Mitra repitió el experimento en zonas rurales de la India y llevó a cabo su primera investigación. Y el resultado de la investigación fue que un grupo de niños, sin necesidad de supervisión y con acceso a un ordenador conectado a Internet, pueden aprender en apenas nueve meses a manejar un ordenador.
Movida por el atractivo de su investigación, la Universidad de New Castle (UK) contactó a Mitra para trabajar con él. Hoy en día es profesor en esta universidad, en donde ha podido seguir experimentando en colegios para descubrir que los niños no sólo son capaces de aprender a utilizar el ordenador trabajando en grupo, sino que si éste está conectado a internet los chicos también serán capaces de aprender matemáticas o arte sin una enseñanza dirigida.
Es así como este ingeniero, nacido en Calcuta en 1952, se hace con una nueva propuesta de enseñanza denominada SOLE por sus siglas en inglés: Self Organized Learning Environments (Entornos de aprendizaje auto-organizados). Mitra plantea que su metodología propone una manera nueva de aprender, que quizás pueda ser más rápida y más eficiente que la actual. Su método propone concretamente plantear a los niñospreguntas que les despierten la curiosidad por la respuesta, en lugar de darles la solución. Confía en que en el camino de la búsqueda de la respuesta les surgirán nuevas preguntas que también querrán responder y ello motorizaría el aprendizaje. En su método la figura del profesor no es la del dueño de los conocimientos, sino quien plantea las preguntas iniciales y los acompaña a organizar la información que van obteniendo.
En Octubre de 2016, SOLE Spain,  ha comenzado una investigación en España que tiene prevista una duración tres años. Se investigará el efecto del trabajo basado en esas grandes preguntas de la metodologíaSOLE, adaptándose a las características de los centros educativos en los que se aplicará. En Madrid se aplicarán en tres colegios, siendo algunos de ellos centros que atienden alumnos en riesgo de exclusión social o con diversidad funcional intelectual.
Así mismo, SOLE Spain está iniciando un proyecto de investigación en diferentes universidades de Madrid y Barcelona, en las que se dará formación en esta metodología a los estudiantes de magisterio.
Habrá que esperar a 2019 para ver los resultados, pero quizás estamos en presencia de los primeros pasos para un cambio profundo en el sistema educativo. No es un cambio que pueda realizarse de golpe, y que requiere mucha investigación para hacerse correctamente, pero que definitivamente vale la pena intentar si va a hacer a los niños del mañana más preparados para el mundo que les toque vivir. Un mundo que, con seguridad, aún no tenemos del todo claro como será.
Fuentes:

Museo de Los Niños: ¡Un buen plan para toda la familia!

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Un buen plan para el fin de semana con los nenés, es visitar el Museo de los Niños. Ubicado en la Avenida Bolívar desde hace más de 30 años, abre sus puertas de lunes a viernes desde las 9:00 am hasta las 5:00pm, mientras que los fines de semana y los feriados recibe a su público entre las 10:00 am y las 5:00pm.

El Museo de los Niños, en sus fabulosas instalaciones, ofrece exhibiciones de biología, comunicación, ecología, física, la carrera espacial, una gran caja de colores, la emoción de vivir sin drogas, muesito sobre ruedas y el fantástico planetario. De hecho, el programa de las proyecciones del planetario se pueden consultar en línea haciendo click aquí.

El Museo ofrece sus espacios para el disfrute familiar, para visitas de grupos, para planes vacacionales y para unidades educativas. Su premisa de “aprender jugando” estimula la creatividad de los pequeños mientras los sumerge en un mundo cargado de ciencia, tecnología, arte y valores… definitivamente una experiencia que no nos podemos perder.

¡Cuánto podemos aprender de nuestros nenés!

Mis nenés se llevan exactamente 15 meses. La idea de nosotros (mi esposo y yo) es que los niños fuesen lo más seguidos posible para que puedan pasar todas las etapas juntos, acompañándose. Yo quería que ellos pudieran aprender de ellos mismos… lo que no imaginé jamás era cuánto iba a aprender yo de ellos ¡desde tan pequeños!

Claro está, que sean tan seguidos implica los primeros años mucha más dedicación (de tiempo y atención) de los padres… Pero bien vale la pena… ¡Y lo digo para la familia entera! El hecho de que sean tan cercanos  y la consecuente necesidad de tener que involucrarlos entre ellos desde tan corta edad, me ha dejado saber cuánto comprenden aún cuando todavía ni siquiera hablen bien… y con qué facilidad disfrutan de las cosas sencillas de la vida.

Mis hijos han aprendido, desde pequeños, la noción de los turnos y la paciencia. Habiendo una sola mamá para los dos nenés, ambos reconocen que deben compartirme. Entienden que si la niña debe ir al baño o si el gordito necesita cambio de pañal, el tiempo que necesita el hermano es importante y deben esperar un poco… eso sí: esperamos juntos porque mamá no puede despegar el ojo de ninguno. Ven entonces a mamá calmada, cantando a uno primero y a otro después, y entonces calmados y cantando esperan porque saben que su turno va a llegar. ¡Y hasta ayudan a mami! Me pasan las toallitas, las cremitas y me ayudan a atender al hemanito.

Han aprendido también a comer juntos. De hecho, comemos los tres al mismo tiempo… ¡Y comemos todos lo mismo!  La niña, como es la mayor, ayuda más a mami y repite todo lo que ha oído infinitas veces para ambos: «abe la boca gande», «mastica ben», «hay que comer todito antes de jugar», «mmmmm qué rica comida», «ya falta poquico», «mu ben nené, te lo comiste todito»… Y como ella es más grande -aunque siga siendo una nené– se asume en su rol de hermana mayor y se emociona comiendo sola con sus cubiertos: «mira mamá, la ñiña come chola», «mira nené, la ñiña agarra chola la chuchara»… Y por supuesto… acto seguido, el pequeñín quiere agarrar sus cubiertos también y aunque no sabe hablar ¡se lo muestra y se ríe! Increíble como ella con esa emoción contagia a su hermano  las ganas de comer y de aprender a usar los cubiertos… Y ahí aprende mamá: no le pidas que haga algo, emociónalo haciéndolo tú.

Han aprendido a ayudarse. Si el bebé llora, comienzo a escuchar casi inmediatamente: «el lelefante del chirco… Meve chus patas achí»… Y es que la niña comienza automáticamente a entonar la canción que mamá más le canta al niño (el elefante del circo)… Y como por arte de magia, el pequeño olvida la razón de su llanto y comienza a sonreír a su hermana. Si la niña llora, entonces el bebé llora con todas sus fuerzas para que mami los oiga y venga pronto… Y es sólo para eso, porque en cuanto entra mami en escena el nené deja de llorar… simple, ya cumplió su cometido. Así pues, me enseñan de nuevo: cada quien ayuda como puede… y quien de verdad quiere ayudar, encuentra la manera.

La niña observa como el nené aprende a caminar y como mamá lo sujeta de la mano… Como mami lo protege de las esquinas o los bordes que puedan lastimarlo… Y cuando él arranca a caminar ella va detrás de él (tal como lo hace mami) y va repitiéndole: «despacho Milelacho», «por acá no papachón», «no che pacha la lengua a la pared nené», «no che corre poque es peligocho Miguel»… al tiempo que lo toma de la mano cariñosamente para corregirle la ruta o mete su manito entre la frente del niño y algún mueble con el que se pueda golpear. Y ahí sigo aprendiendo: ellos entienden que los estamos cuidando y saben que son importantes para nosotros… cada palabra que decimos se queda en sus cabecitas y si saben por qué las decimos sabrán utilizarlas adecuadamente.

El niño espera que ella aparezca cada mañana para que empiecen las carcajadas a todo pulmón. Mientras ella duerme, él juega solito tranquilito… pero cuando ella despierta se rompe el silencio. Si ella grita él grita exactamente en el mismo tono, si ella corre él corre, si ella ríe él ríe… Si ella se cae él se sienta al lado, si ella se acuesta él se acuesta usando sus piernas de almohada… Si ella juega a darle comida él abre la boca… ¡Hasta aprendió con ella a sacar la lengua! Ella le dice: «chaca la lengua nené» luego saca la de ella para que él entienda mejor y luego le toca su boca para que él comprenda que ahora es su turno… Y él, con la mejor maestra del mundo, abre su boca y saca su lengüita ¡como el mejor alumno del planeta! Ese día que los vi hacerlo por primera vez entendí que es infalible enseñar con el ejemplo… pero que es necesario que lleve también paciencia, amor y hasta un poco diversión. Esto me ha ahorrado sustos y me ha dado infinitas satisfacciones, aunque me ha vuelto mucho más crítica de lo que papá y mamá hacemos (a veces hasta inconscientemente), porque queramos o no al final nuestros hijos son espejos de nosotros mismos.

Una vez mi hija me dijo: “mamá, chéntate en el picho, voy a peinarte”… me senté como siempre lo hacía, pero seguía leyendo un correo (¡9pm!)… De repente ella se acercó con amor y me dijo: “mamita, dame el teléfono, vamos a ponerlo por acá” y se lo llevó a otra habitación… Ahí entendí claramente lo que quería decirme. Si me voy a sentar en el piso, es porque voy a jugar con ella no a pretender que lo hago. Por eso lo que más agradezco a mis hijos, es enseñarme a disfrutar de cada momento. A dejar las carreras de la vida diaria, porque hay momento para todo lo demás. Nuestros pequeños hacen las cosas por primera vez solo en una oportunidad,por ejemplo, y es sabrosísimo poder disfrutarlas.

Nuestros hijos necesitan de nuestro tiempo, que los escuchemos, que les hablemos, que cantemos juntos, que brinquemos con ellos, que caminemos haciendo un tren o en un círculo infinito… que sigamos un rato sus instrucciones (¡ellos siguen las nuestras todo el santo día!). Me enseñaron a mirarlos ratos laaaaargos mientras me agarran la cara sin decir nada… parece que nos queremos aprender de memoria nuestros rostros… me hicieron entender la importancia de saludar siempre con sonrisas y besos ruidosos, no hay quien se resista a tener un día maravilloso luego de despertar de esa manera… me enseñaron que podemos ponernos bravos y al minuto siguiente habernos olvidados por qué estábamos tan molestos… a hacernos cosquillas y reirnos solo porque nos gusta hacerlo… a abrazarnos sin mayores razones, tan fuerte como nos lo dejen nuestros brazos, solo porque nos provocó… Con ellos aprendí a ser feliz, genuinamente feliz, como nunca antes podía haberlo sido, porque ellos están atentos a esos detalles que llenan el alma y de eso, precisamente, es que se compone la felicidad.