Una de las cosas más increíbles de convertirse en madres (y padres también, por supuesto) es que logramos trascender nuestros propios límites, superar nuestros miedos más arraigados y trabajamos consecuentemente por ser mejores personas. No sé si será que luego de los trasnochos de los primeros meses nuestro cuerpo desarrolla una especie de fortaleza, o si nuestro cerebro re-aprende mucho más allá de que aún con menos horas de sueño podemos lleva una rutina para tener todo controlado… pero ser mamá a mi me cambió la vida completamente.
Yo que siempre fui una persona bastante angustiosa, ya no pierdo el sueño por cosas que realmente no sean relevantes. A mí, que algunas frutas no me encantaban, me sorprendo a mí misma saboreándolas como si fuesen mi plato favorito delante de mis hijos para lograr que les apetezca. Y ni que decir del miedo a los insectos… mi reacción ante ellos ahora está perfectamente controlada aunque me sigan causando un asco tremendo.
Pero la vida no es sólo diferente en casa o con mis hijos, en mi búsqueda de darles el mejor ejemplo posible. Si antes me dolía ver a un nené pasando necesidad, ahora es algo que me quiebra el alma. Si antes las noticias de guerras y refugiados me hacían estremecer, ahora me hacen preguntarme qué se puede cambiar para evitar tanto sufrimiento. Si antes me enfadaba con personas que pensaban radicalmente distinto, ahora me pregunto cómo pudo ser de diferente su niñez y la mía para hacernos tan distintos… sin creer que nadie sea malo o bueno, sólo buscando las raíces de esas diferencias. Si antes admiraba a cada mamá, ahora además soy defensora a capa y espada de tampoco juzgarlas con esa ligereza cotidiana que se hace, porque cada una tiene una realidad que nosotros ignoramos.
Quizás nuestra vida cambia, porque nosotras cambiamos. Cambia porque miramos el mundo de una forma distinta. Cambia porque nuestras prioridades y nuestra felicidad ahora tienen un matiz diferente. Cambia, pero estoy segura de que es un cambio positivo. Confío en que es un cambio que logra sacar lo mejor de cada una de nosotras y nos lleva a lograr metas que antes de la maternidad a lo mejor nunca hubiéramos considerábamos que éramos capaces de alcanzar.