A propósito de la controversia actual por la aprobación de la LOMCE en España, he querido compartir una labor que lleva a cabo desde hace años en Estados Unidos la Fundación Gates. Y es que la idea de la mejora en la calidad educativa seguro que es compartida por todos: ¿quién no va a querer que sus hijos reciban una educación de calidad? ¿quién no considera un derecho que todos tengamos igualdad de oportunidades cuando salimos al mercado laboral? ¿quién no estaría a favor de programas educativos que garanticen el éxito de los jóvenes en los estudios universitarios? Creo que la mayoría coincidiría en las ideas a grandes rasgos, lo difícil será ponernos de acuerdo con las acciones que debemos llevar a cabo para lograrlo.
El caso es que modificaciones siempre habrá que hacer. Hoy, el año que viene y dentro de 20 años también. Por incluir la innovación. Por mejorar las prácticas. Para que se garantice que todos, más o menos, hemos aprendido lo mismo sin importar el instituto o el colegio al que asistimos. Para garantizar que todos tengamos acceso a las mismas herramientas. Para lograr que todos los docentes dispongan del mismo material. Y en eso es que trabajan un poco el gurú de Microsoft Bill Gates y su esposa Melinda a través de su Fundación.
Cuando leí sobre esto me preguntaba: ¿Qué los mueve a ellos a entrar en el campo de la
educación? Pues de acuerdo con datos que aportan en la página web de la
Fundación Gates, indican que de todos los jóvenes que terminan la secundaria en una escuela pública de
Estados Unidos, apenas el 25 % cuenta con las competencias necesarias para lograr un buen desempeño en la universidad, lo que es una importante puerta de acceso a las oportunidades económicas en ese país. Desde la
Fundación han detectado también que gran parte de los
maestros de las
escuelas públicas de EEUU no reciben comentarios específicos sobre la forma en que hacen su labor, no tienen acceso a materiales
educativos de calidad y tampoco cuentan con el apoyo necesario para desempeñar su trabajo de forma óptima o para mantener una mejora continua.
Con esto en mente, la Fundación Gates ha diseñado una estrategia que pretende tener el poder de cambiar esas debilidades que afronta la educación pública. Su norte no es otro que garantizar que todos los alumnos de las escuelas públicas, y no apenas una cuarta parte, tengan la oportunidad de recibir una educación en condiciones. Para ello han diseñado dos programas de actuación: el primero, dirigido a la educación infantil, primaria y secundaria que tiene como objetivo que todos los estudiantes que finalicen la educación secundaria tengan la preparación suficiente para desempeñarse correctamente en la universidad; y el segundo, es el programa de éxito universitario, que aspira a aumentar la cantidad estudiantes que obtienen una titulación de estudios superiores que sea atractiva para el mercado laboral en su momento.
Los dos programas pasan, evidentemente, por la creación o redefinición de estándares. Lo novedoso es que lo hacen tanto para alumnos como para profesores. La revisión pasa por preguntarse si es un examen o es un millón de éstos los que realmente puede decir cuánto hemos aprendido. Pasa también por preguntarse si un profesor puede ser mejor valorado que otro por trabajar en proyectos de investigación aunque ello no valide su capacidad didáctica. Ambos programas coinciden en la revisión de políticas y enfoques, y en la puesta en marcha nuevas formas de evaluar.
Me llama mucho la atención de sus programas que nos recuerdan que nos hemos centrado casi en exclusiva en evaluar qué tanto ha aprendido el estudiante, lo que evidentemente es fundamental y es necesario porque es indicador de fortalezas y debilidades del sistema educativo. No obstante, ellos insisten en que es igual de necesario evaluar al cuerpo docente. Muchas veces los profesores no reciben comentarios sobre su labor, o si los reciben no son receptivos, o bien es poco lo que pueden cambiar en su proceder porque no cuentan con los recursos necesarios. Por ello, la Fundación Gates ha ideado un riguroso sistema de evaluación que empuja a los docentes hacia el aprendizaje continuo mientras los ayuda a identificar sus puntos fuertes y sus oportunidades de mejora. Miles de maestros y decenas de investigadores colaboraron en la construcción del programa Measures of Effective Teaching (Evaluación de la tarea docente), un proyecto de investigación que ha ayudado a entender en qué consiste una labor docente eficaz y a definir los indicadores adecuados para evaluarla de una manera justa, con miras a que cada maestro pueda maximizar su potencial.
Así, el trabajo de los Gates se ha centrado en conseguir estándares y expectativas más claras, que sean aplicables tanto a estudiantes como a sus maestros. Trabajan constantemente en el diseño de métodos que sean más justos pero sin perder fiabilidad. Así pueden valorar el progreso de los alumnos y el desempeño de los profesores, procurando que estos últimos siempre estén abiertos a nuevas prácticas y sean receptivos a diseñar estrategias individuales según las necesidades y el potencial de cada estudiante. Al final, si los seres humanos no somos ni de lejos creados en serie, la educación tampoco puede inflexible ni pretender formar personas idénticas con las mismas metodologías.
La Fundación Gates no pretende implementar cambios en el sistema educativo según su consideración. Evidentemente si lo hicieran así de entrada les hubieran cerrado la puerta en la cara tanto los profesores como los estudiantes. Por eso los Gates tratan de poner al alcance de todos trabajos de investigación, información sobre percepciones y una serie de herramientas que permitan mejorar las estrategias de enseñanza y el logro del aprendizaje. Promueven también la colaboración entre entidades educativas, creando casos de éxitos o información de mejores prácticas, que permitan replicar programas que en otros centros educativos hayan tenido excelentes resultados. Parece un poco obvio ahora, pensándolo en frío, pero resulta increíble que en esta era con tantos recursos tecnológicos sumados a las grandes bondades de internet, hayamos tardado tanto en caer en cuenta en lo importante que es (¡y lo poderoso que puede ser!) que las entidades educativas se comuniquen entre ellas para compartir ideas, experiencias y ayudarse mutuamente.
Queda mucho por cambiar, evaluar y redefinir, pero todos podemos ser agentes de cambio. Sin duda las propuestas de los Gates pueden servir de punto de partida para abrir puertas (o ventanas 😉 ) a nuevas ideas no sólo de sistemas educativos sino de evaluación de todas las partes y, finalmente, conseguir esa educación que todas las mamás (y papás) hemos soñado en algún momento para nuestros hijos desde que son apenas unos nenés.