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Y qué quieres que sea de mayor?


Recuerdo que cuando era pequeña siempre que empezaba el año escolar o algún curso, era muy común que me pidieran que cuando me presentara dijera qué quería ser de mayor y por qué. Y para esa parte de la presentación personal a mi me encantaba tener una idea poco común de lo que quería ser de mayor. Por ello me interesaba por lo que hacían los profesionales menos comunes en mi entorno.Generalmente cada tanto cambiaba mi «vocación», pero siempre por alguna más peculiar que la anterior.


Cuando fui mayor y me tocó escoger profesión, cuando compartí con estudiantes de otras carreras universitarias y luego cuando nos tocó ir al terreno laboral pensaba: si mis hijos quieren ser periodistas les advertiré de las guardias y los riesgos según la fuente que cubran, si quieren ser médicos les explicaré que cada persona que saluden siempre les pedirá algún diagnóstico o alguna opinión, si quieren ser ingenieros les dejaré saber que (para bien y para mal) el pensamiento estructurado se incorporará a su sombra… Y así, siempre iba pensando cuál profesión podría encajarles más si tu vieran una personalidad determinada o qué cosas harían diferente si se inclinaban por cualquier carrera.

Cuando finalmente fui madre, olvidé por completo todas esas disertaciones colmadas de comparaciones y análisis. Apenas he recordado cuánto había pensado en ello hoy, cuando otra mamá en la puerta del cole le ha preguntado a mi peque: «y tú, qué quieres ser de mayor?» Ella, poco habituada a la pregunta, ha dicho un tierno «como mi mami» con una gran sonrisa y ha seguido jugando. Y yo, que tantas horas dediqué a buscar convergencias entre carreras, aptitudes y personalidades tengo una conclusión irrefutable que no necesitaba tanta estadística: «quiero que de mayor sea feliz«.

¡Cuánto podemos aprender de nuestros nenés!

Mis nenés se llevan exactamente 15 meses. La idea de nosotros (mi esposo y yo) es que los niños fuesen lo más seguidos posible para que puedan pasar todas las etapas juntos, acompañándose. Yo quería que ellos pudieran aprender de ellos mismos… lo que no imaginé jamás era cuánto iba a aprender yo de ellos ¡desde tan pequeños!

Claro está, que sean tan seguidos implica los primeros años mucha más dedicación (de tiempo y atención) de los padres… Pero bien vale la pena… ¡Y lo digo para la familia entera! El hecho de que sean tan cercanos  y la consecuente necesidad de tener que involucrarlos entre ellos desde tan corta edad, me ha dejado saber cuánto comprenden aún cuando todavía ni siquiera hablen bien… y con qué facilidad disfrutan de las cosas sencillas de la vida.

Mis hijos han aprendido, desde pequeños, la noción de los turnos y la paciencia. Habiendo una sola mamá para los dos nenés, ambos reconocen que deben compartirme. Entienden que si la niña debe ir al baño o si el gordito necesita cambio de pañal, el tiempo que necesita el hermano es importante y deben esperar un poco… eso sí: esperamos juntos porque mamá no puede despegar el ojo de ninguno. Ven entonces a mamá calmada, cantando a uno primero y a otro después, y entonces calmados y cantando esperan porque saben que su turno va a llegar. ¡Y hasta ayudan a mami! Me pasan las toallitas, las cremitas y me ayudan a atender al hemanito.

Han aprendido también a comer juntos. De hecho, comemos los tres al mismo tiempo… ¡Y comemos todos lo mismo!  La niña, como es la mayor, ayuda más a mami y repite todo lo que ha oído infinitas veces para ambos: «abe la boca gande», «mastica ben», «hay que comer todito antes de jugar», «mmmmm qué rica comida», «ya falta poquico», «mu ben nené, te lo comiste todito»… Y como ella es más grande -aunque siga siendo una nené– se asume en su rol de hermana mayor y se emociona comiendo sola con sus cubiertos: «mira mamá, la ñiña come chola», «mira nené, la ñiña agarra chola la chuchara»… Y por supuesto… acto seguido, el pequeñín quiere agarrar sus cubiertos también y aunque no sabe hablar ¡se lo muestra y se ríe! Increíble como ella con esa emoción contagia a su hermano  las ganas de comer y de aprender a usar los cubiertos… Y ahí aprende mamá: no le pidas que haga algo, emociónalo haciéndolo tú.

Han aprendido a ayudarse. Si el bebé llora, comienzo a escuchar casi inmediatamente: «el lelefante del chirco… Meve chus patas achí»… Y es que la niña comienza automáticamente a entonar la canción que mamá más le canta al niño (el elefante del circo)… Y como por arte de magia, el pequeño olvida la razón de su llanto y comienza a sonreír a su hermana. Si la niña llora, entonces el bebé llora con todas sus fuerzas para que mami los oiga y venga pronto… Y es sólo para eso, porque en cuanto entra mami en escena el nené deja de llorar… simple, ya cumplió su cometido. Así pues, me enseñan de nuevo: cada quien ayuda como puede… y quien de verdad quiere ayudar, encuentra la manera.

La niña observa como el nené aprende a caminar y como mamá lo sujeta de la mano… Como mami lo protege de las esquinas o los bordes que puedan lastimarlo… Y cuando él arranca a caminar ella va detrás de él (tal como lo hace mami) y va repitiéndole: «despacho Milelacho», «por acá no papachón», «no che pacha la lengua a la pared nené», «no che corre poque es peligocho Miguel»… al tiempo que lo toma de la mano cariñosamente para corregirle la ruta o mete su manito entre la frente del niño y algún mueble con el que se pueda golpear. Y ahí sigo aprendiendo: ellos entienden que los estamos cuidando y saben que son importantes para nosotros… cada palabra que decimos se queda en sus cabecitas y si saben por qué las decimos sabrán utilizarlas adecuadamente.

El niño espera que ella aparezca cada mañana para que empiecen las carcajadas a todo pulmón. Mientras ella duerme, él juega solito tranquilito… pero cuando ella despierta se rompe el silencio. Si ella grita él grita exactamente en el mismo tono, si ella corre él corre, si ella ríe él ríe… Si ella se cae él se sienta al lado, si ella se acuesta él se acuesta usando sus piernas de almohada… Si ella juega a darle comida él abre la boca… ¡Hasta aprendió con ella a sacar la lengua! Ella le dice: «chaca la lengua nené» luego saca la de ella para que él entienda mejor y luego le toca su boca para que él comprenda que ahora es su turno… Y él, con la mejor maestra del mundo, abre su boca y saca su lengüita ¡como el mejor alumno del planeta! Ese día que los vi hacerlo por primera vez entendí que es infalible enseñar con el ejemplo… pero que es necesario que lleve también paciencia, amor y hasta un poco diversión. Esto me ha ahorrado sustos y me ha dado infinitas satisfacciones, aunque me ha vuelto mucho más crítica de lo que papá y mamá hacemos (a veces hasta inconscientemente), porque queramos o no al final nuestros hijos son espejos de nosotros mismos.

Una vez mi hija me dijo: “mamá, chéntate en el picho, voy a peinarte”… me senté como siempre lo hacía, pero seguía leyendo un correo (¡9pm!)… De repente ella se acercó con amor y me dijo: “mamita, dame el teléfono, vamos a ponerlo por acá” y se lo llevó a otra habitación… Ahí entendí claramente lo que quería decirme. Si me voy a sentar en el piso, es porque voy a jugar con ella no a pretender que lo hago. Por eso lo que más agradezco a mis hijos, es enseñarme a disfrutar de cada momento. A dejar las carreras de la vida diaria, porque hay momento para todo lo demás. Nuestros pequeños hacen las cosas por primera vez solo en una oportunidad,por ejemplo, y es sabrosísimo poder disfrutarlas.

Nuestros hijos necesitan de nuestro tiempo, que los escuchemos, que les hablemos, que cantemos juntos, que brinquemos con ellos, que caminemos haciendo un tren o en un círculo infinito… que sigamos un rato sus instrucciones (¡ellos siguen las nuestras todo el santo día!). Me enseñaron a mirarlos ratos laaaaargos mientras me agarran la cara sin decir nada… parece que nos queremos aprender de memoria nuestros rostros… me hicieron entender la importancia de saludar siempre con sonrisas y besos ruidosos, no hay quien se resista a tener un día maravilloso luego de despertar de esa manera… me enseñaron que podemos ponernos bravos y al minuto siguiente habernos olvidados por qué estábamos tan molestos… a hacernos cosquillas y reirnos solo porque nos gusta hacerlo… a abrazarnos sin mayores razones, tan fuerte como nos lo dejen nuestros brazos, solo porque nos provocó… Con ellos aprendí a ser feliz, genuinamente feliz, como nunca antes podía haberlo sido, porque ellos están atentos a esos detalles que llenan el alma y de eso, precisamente, es que se compone la felicidad.

 

 

Sábados y Domingos de julio de 2013

Actividad: «Crea Origami» 
Días: Sábados y domingos de julio
Horario: De 9am a 10am
Entrada: Bs.F. 130

Actividad: Pintura Ecológica

Días: Sábados y domingos de julio
Horario: De 2pm a 3pm
Entrada: Bs.F. 150

 

Actividad: «EcoManualidades» 

Días: Sábados y domingos de julio
Horario: De 4pm a 5pm
Entrada: Bs.F. 150
Información: 0212-9782666/(0416)8059889

 

Sábado 6 y Domingo 7 de julio de 2013

Actividad: Obra infantil La Aventura de Akira

Temporada:  Del 6 de julio al 01 de septiembre, sábados y domingos, a las 3:00 pm.

Lugar: Teatro Premium, Centro Comercial Galerías Los Naranjos

Costo: 165 bolívares

¿Cómo llegar al Teatro Premium de Los Naranjos?